Hombres armados mataron el jueves al menos a cinco personas que protestaban en la capital de Yemen contra un acuerdo para terminar con el mandato de Ali Abdullah Saleh, al día siguiente de que el presidente cediera a la presión para dimitir, mientras el Ejército mató a 17 islamistas en el sur.
Si el acuerdo se desarrolla según lo planeado, Saleh se convertirá en el cuarto gobernante árabe en ser derrocado por manifestaciones masivas que han redibujado el panorama político de Oriente Próximo.
"Estábamos manifestándonos por la calle Zubayr demandando que Saleh y sus seguidores sean juzgados cuando fuimos atacados por hombres armados vestidos de civil que nos dispararon directamente", dijo a Reuters un manifestante que se identificó como Nael.
El acuerdo, mediado por los vecinos más ricos de Yemen en el golfo Pérsico, otorga inmunidad legal a Saleh y a muchos de sus familiares.
El último derramamiento de sangre en Saná, cuya autoría fue atribuida por testigos a partidarios de Saleh, remarcaron la inestabilidad del empobrecido país tras 10 meses de protestas callejeras que pedían acabar con sus 33 años de mandato y casi pusieron a Yemen al borde de la guerra civil.
El tiroteo del jueves tuvo lugar tras enfrentamientos entre los enemigos de Saleh, que se unieron en las manifestaciones en su contra inspirados en las revueltas en Túnez, Egipto y Libia.
Los enfrentamientos entre los enemigos del mandatario apuntaron a los desafíos que enfrenta Yemen en la transición desde la era de Saleh y la red de sus familiares que aún ocupan cargos importantes en el área militar y económica.
Al menos 45 personas resultaron heridas en los ataques, dijo Mohammad al Qubati, director del hospital provisional cerca de la plaza que se convirtió en el centro de la campaña de los yemeníes que exigían la marcha de Saleh.
Saleh firmó el acuerdo en presencia del rey Abdulá de Arabia Saudí en Riad. Arabia Saudí y Estados Unidos habían instado al presidente a dimitir cuando un estancamiento político respecto de su mandato empujó al país al borde del caos que temían que fortaleciera al brazo de Al Qaeda en Yemen.
El presidente de 69 años ha aceptado traspasar sus poderes a su vicepresidente antes de la formación de un nuevo gobierno con partidos de la oposición y de la celebración de elecciones presidenciales anticipadas.
La solidaridad entre los manifestantes parece haberse quebrado tras conseguir su principal objetivo. Jóvenes manifestantes se enfrentaron a botellazos y pedradas a un partido islamista, el Islah, que fue aliado de Saleh hasta que se volvió contra él y se unió a las protestas.
"¡Nuestra revolución, abajo con Islah!" corearon los jóvenes.
"No dejaremos que nuestra revolución sea secuestrada, Islah debería dejar la plaza", dijo Sami Atfari, un estudiante de inglés de 22 años.
LIBERAN A COOPERANTES
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