martes, 30 de agosto de 2011

“En Chile el modelo perfecto se vino abajo y no se puede volver atrás”

Jaime Gajardo explica la posición de los gremios ante esta nueva realidad en el país transandino y la respuesta que da la sociedad ante las protestas estudiantiles. Sostiene que la salida seguramente pasará por un plebiscito.
 
Al igual que los estudiantes universitarios, el titular del Colegio de Profesores, Jaime Gajardo, está a la espera de que se definan fecha y hora para la cita con el presidente Sebastián Piñera. Sorprendido por el cambio de rumbo en La Moneda, el secretario general de la Central Unitaria de Trabajadores (CUT) y miembro del Partido Comunista (PC) de Chile asegura que desde el magisterio están disponibles al diálogo, pero advierte: “la solución no puede ser fácil”. 
–¿Por qué cree que Piñera llamó a dialogar?
–Ha sido muy importante e influyente el paro nacional. Las movilizaciones dejaron en evidencia el potencial que tiene la demanda. Unos días antes, el ministro de Educación había dicho que todo se iba a centrar en el Parlamento. Valoramos que haya habido un cambio de postura y que el propio presidente se haya embarcado en la búsqueda de una solución. Pero también nos parece contradictorio. No se puede seguir experimentando, ni improvisando.
–¿Qué espera de este primer encuentro?
–Como magisterio estamos disponibles al diálogo siempre que sea con el resto de los actores y con garantías sobre los temas de fondo. El gobierno debe dejar de hablar de plata y definirse sobre los temas centrales: fin al lucro, desmunicipalización sin privatizar y reforma a la Constitución.
–¿Cómo conciliar dos visiones tan disímiles?
–La solución no puede ser fácil, no estamos frente a una negociación común y corriente. Se están pidiendo cambios de fondo que no serán aceptados por los grupos poderosos. En lo inmediato vemos que la salida es el plebiscito. Ante dos visiones tan distintas, la solución más salomónica es que la ciudadanía se pronuncie. Pero el gobierno no quiere hacerlo porque sabe que si abre esa opción para un tema lo deberá hacer para los demás.
–¿Qué supone el acuerdo social entre organizaciones?
–Hay un movimiento social de protesta que no es sólo estudiantil. La primera vez que se habló de cambio estructural fue durante las marchas en rechazo a la represa HidroAysen. En Magallanes ocurrió un movimiento social transversal por el costo de la subida del gas y el gobierno tuvo que retroceder. Hubo paros sectoriales, de trabajadores portuarios, de la minería, forestales, con reivindicaciones de carácter político. Ahora se dio una síntesis de todos esos movimientos. La CUT convocó al acuerdo que firmaron todas las organizaciones, exigiendo la reforma constitucional, el fin del sistema binominal, la reforma tributaria, previsional y el código laboral. El gobierno, tácticamente, pone la cuestión central en lo estudiantil, así los otros somos las bestias que se quieren colgar de los jóvenes. Pero lo cierto es que pasamos de un acuerdo social por la educación pública a un acuerdo base para la democracia chilena.
–Hay quienes sostienen que el movimiento es un rechazo a la derecha.
–Este es un movimiento que surgió desde las bases y es un cuestionamiento a todo el sistema. Esto habría surgido con la Concertación o con la derecha, es independiente. Se está elaborando una nueva alternativa y los que llevan la batuta son los movimientos sociales, que se amplían a los partidos que quieran respaldar.
–¿Es posible canalizar al movimiento políticamente?
–El movimiento social cuenta con credibilidad. El gobierno ha sido muy claro en ese objetivo: hay que dividir. Pero la CUT no sufre deterioros, a pesar de los ataques. Se ha creado un clima antisindical, antinegociación, pero la gente igual quiere organizarse.
–Pero aún así, es social, no político...
-Se han hecho muchos esfuerzos por despolitizar al movimiento sindical estudiantil y lo han logrado en cierto modo, pero en la práctica existe esa politización, con menos índice, pero existe. Se escucha el discurso de avanzar sin partidos, pero eso no es general.
–¿Qué rol cumple el PC?
–El PC es el que tiene más influencia. Pero vaya paradoja, no así en el Parlamento. Tiene cuatro diputados por un pacto instrumental con la Concertación. Pero este proceso se trata de una corriente de opinión que lideran los movimientos sociales, y que convergen con otras instancias. Esa es la idea de cambio hacia el futuro. Es social pero creemos que tiene que tener un componente político.
–¿Se cayó “la política de los consensos”?
–Sí. Se vino abajo eso que puso de moda la Concertación: avanzar en la medida de lo posible y valorar los pequeños alcances. Esa política no llegó ni a un mínimo avance, sólo consolidó a la derecha. Se desprestigió sola por beneficiar simplemente a los sectores conservadores. La Concertación ahora está completamente divida y va a seguir así, porque su misma política quedó en tela de juicio. 
–¿Chile se corre a la izquierda?
–El país fue un ejemplo en el extranjero, un ícono de la modernidad y cambio. Pero no hablaban de la distribución. Está claro que el mundo queda desconcertado con esta situación. El modelo perfecto se vino abajo, y no se puede volver atrás. Existe un sentido de movilización general y hay que tener mucho cuidado porque algunos se pierden en lo chiquito y no ven el verdadero cambio.  

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