El partido Argentina-Bolivia de anoche y el gasoducto para traer gas al norte argentino eran los dos grandes temas de la visita de Evo Morales a la Argentina hasta que se coló la protesta de la comunidad judía por el viaje del ministro de Defensa iraní a La Paz. Son las 11 de la mañana y Evo acaba de despedir a los dirigentes de la DAIA. Salieron sonrientes. Quizás los contagió la tranquilidad que emana hoy de este presidente aymara y ex dirigente sindical que el último 22 de enero cumplió cinco años en el Palacio Quemado.
–Nunca soñé con ser presidente –dice Evo–. Nunca pensé que iba a ser presidente.
–¿Nunca?
–Hasta 2002, jamás. Jamás. ¿Yo, de tan abajo? Cuando mis compañeros en el ’97 me propusieron ser candidato a la presidencia, pensé que se hacían la burla de mí.
–Pero lo eligieron diputado.
–Sí. Fui candidato a Presidente en 2002, y la candidatura me sorprendió a mí mismo. ¿Yo candidato? Fue una satisfacción. Y después, en 2005, ganamos, pero tenemos mucho que seguir aprendiendo en el nuevo sentido de la política boliviana: antes el pueblo era esclavo del gobierno. Ahora el gobierno es esclavo del pueblo. Es servicio al pueblo.
–Los bolivianos votaron varias veces en presidenciales y para la reforma de la Constitución. ¿Cómo hace un Presidente para evaluar el sentimiento popular cada día?
–Las reuniones con los movimientos sociales permiten saber cómo uno sirve al pueblo. Los resultados de gestión no sólo satisfacen sino que enorgullecen cuando el pueblo se siente atendido en sus demandas. No siempre es suficiente, claro, porque no alcanzan los recursos. Pero siempre escuchamos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario