Con más de una treintena de pueblos originarios, Venezuela celebra hoy el día internacional de esas comunidades, profanadas por invasores e ignoradas por la historiografía.
Durante siglos se negó la capacidad de las agrupaciones indígenas para contar su historia, al considerarlas salvajes y desprovistas de idioma o escritura.
El enfoque etnohistórico cambió con la aceptación de sus símbolos como expresiones escritas pero de códigos diferentes a los nuestros, y de la oralidad, como fuente esencial para preservar el pasado.
A diferencia de otras civilizaciones, los nativos de la nación suramericana no construyeron pirámides o ciudades monumentales, explicó la doctora en Cultura Latina y del Caribe, Jenny González.
De las épocas lejanas, añadió, quedan como evidencias algunos objetos entre los que sobresalen puntas de lanzas y cerámica, fundamentalmente.
Tras sobrevivir al genocidio perpetrado por los colonizadores españoles y otros vejámenes, unos 34 grupos distribuidos por la geografía nacional revelan la riqueza cultural de los aborígenes.
Los waraos, guajiros y yanomami perviven en diversos sitios aferrados a la herencia de sus ancestros.
Los indígenas han sido ultrajados por transnacionales en nombre del desarrollo, desplazados de sus asentamientos, sus ríos contaminados por las excavaciones petrolíferas y mineras, y el patrimonio cultural amenazado por organizaciones y misioneros, subrayó en declaraciones a Prensa Latina.
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