No menos de medio millón de catalanes salieron ayer a copar las
principales calles de Barcelona en un claro mensaje hacia Madrid, que se
niega a autorizar su referéndum independentista para el 9 de noviembre,
y con los ojos puestos al otro lado del Cantábrico, donde los escoceses
les marcan en cierto modo el camino con su propia consulta el jueves
que viene. Desde allí, sin embargo, llega una imagen que no quieren
repetir.
Es que una táctica equivocada y la profundización de la
política de recortes presupuestarios llevaron a que a seis días del
referéndum en Escocia, este territorio históricamente
enfrentado con Inglaterra haya producido una crisis política
impredecible que se reflejó en lo que se podría llamar el "efecto
tartán", con la caída de la libra y el desplome en la bolsa, arrastradas
por lo que se juega en la patria de William Wallace, el héroe vestido
con el tradicional kilt de tela de entramado de colores tribales –que
eso es el tartán– llevado al cine por Mel Gibson en 1995 en Corazón
Valiente.
La difusión de encuestas con un final cabeza a cabeza llevó a la
desesperación a la dirigencia política británica, que a última hora puso
como líder de la campaña por el No a un nativo de Escocia como el
laborista Gordon Brown, que fue primer ministro y confían en que podría
inclinar la balanza entre los aún indecisos para la consulta del 18 de
setiembre. Pero al mismo tiempo desplegaron todo tipo de promesas y
amenazas como para que los "scottish" no vayan tranquilos a las urnas.
Cuando en octubre de 2012 los primeros ministros David Cameron y Alex
Salmond firmaron el acuerdo para al referéndum el mundo era otro. El
inglés miraba sondeos que daban un 60% de escoceses a favor de
mantenerse en el Reino Unido y se dio un par de lujos –pecado de
soberbia o Hybris, diría algún griego– que ahora lo hacen maldecir la
falta de perspicacia personal y de Westmister, la sede del parlamento
británico. Y que asustan en La Moncloa, la sede del gobierno español.
En ese momento Londres dejó en manos de la legislatura escocesa la
forma en que se iba plantear la cuestión al electorado y aceptó solo dos
preguntas, eliminando la posibilidad de que además de decidir por Sí o
por No se pudiera proponer mayores poderes para el gobierno local pero
dentro del Reino Unido. A la vez, dejó de lado ciertas trabas legales y
ya no hace falta la aprobación de Westminster, como pedía una ley de
1998 –que bueno es decirlo, ya había aprobado mayor autonomía a la
región– para eventualmente modificar la constitución hacia una
separación formal.
Los nacionalistas decidieron entonces que el plebiscito coincidiera
con el 700 aniversario de la Batalla de Bannockburn, cuando las fuerzas
escocesas lideradas por Robert the Bruce –Wallace ya había sido
bárbaramente torturado hasta la muerte en un tenebroso espectáculo
público– derrotaron a los invasores ingleses. En pueblos tan
tradicionales como los de esta isla, el dato es otra señal para
arrastrar voluntades tras de un símbolo del orgullo nacional.
Cameron había llegado al gobierno mediante una alianza de los
conservadores con los demócratas liberales de Nick Clegg para derrotar
al laborismo, desgastado tras la gestión de Brown. Ahora, esos mismos
personajes se agarran la cabeza tratando de "salvar la Unión". Es así
que el ex líder laborista se apersonó a prometer a sus connacionales que
Londres está dispuesto a brindar más libertades para que los escoceses
sigan "perteneciendo", la opción descartada dos años atrás. Y a abrir la
mano para mantener lo que queda del "Estado de bienestar".
http://www.infonews.com/2014/09/12/mundo-161928-las-claves-del-conflicto-en-escocia.php
Rescato noticias de interés en la recorrida por los medios de comunicación, busco una forma de comunicación transversal, seleccionando, recortando, la realidad que me interesa divulgar.gracias por visitar el blog. Daniel
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario