sábado, 13 de septiembre de 2014

Las claves del conflicto en Escocia

No menos de medio millón de catalanes salieron ayer a copar las principales calles de Barcelona en un claro mensaje hacia Madrid, que se niega a autorizar su referéndum independentista para el 9 de noviembre, y con los ojos puestos al otro lado del Cantábrico, donde los escoceses les marcan en cierto modo el camino con su propia consulta el jueves que viene. Desde allí, sin embargo, llega una imagen que no quieren repetir.
Es que una táctica equivocada y la profundización de la política de recortes presupuestarios llevaron a que a seis días del referéndum en Escocia, este territorio históricamente enfrentado con Inglaterra haya producido una crisis política impredecible que se reflejó en lo que se podría llamar el "efecto tartán", con la caída de la libra y el desplome en la bolsa, arrastradas por lo que se juega en la patria de William Wallace, el héroe vestido con el tradicional kilt de tela de entramado de colores tribales –que eso es el tartán– llevado al cine por Mel Gibson en 1995 en Corazón Valiente.
La difusión de encuestas con un final cabeza a cabeza llevó a la desesperación a la dirigencia política británica, que a última hora puso como líder de la campaña por el No a un nativo de Escocia como el laborista Gordon Brown, que fue primer ministro y confían en que podría inclinar la balanza entre los aún indecisos para la consulta del 18 de setiembre. Pero al mismo tiempo desplegaron todo tipo de promesas y amenazas como para que los "scottish" no vayan tranquilos a las urnas.
Cuando en octubre de 2012 los primeros ministros David Cameron y Alex Salmond firmaron el acuerdo para al referéndum el mundo era otro. El inglés miraba sondeos que daban un 60% de escoceses a favor de mantenerse en el Reino Unido y se dio un par de lujos –pecado de soberbia o Hybris, diría algún griego– que ahora lo hacen maldecir la falta de perspicacia personal y de Westmister, la sede del parlamento británico. Y que asustan en La Moncloa, la sede del gobierno español.
En ese momento Londres dejó en manos de la legislatura escocesa la forma en que se iba plantear la cuestión al electorado y aceptó solo dos preguntas, eliminando la posibilidad de que además de decidir por Sí o por No se pudiera proponer mayores poderes para el gobierno local pero dentro del Reino Unido. A la vez, dejó de lado ciertas trabas legales y ya no hace falta la aprobación de Westminster, como pedía una ley de 1998 –que bueno es decirlo, ya había aprobado mayor autonomía a la región– para eventualmente modificar la constitución hacia una separación formal.
Los nacionalistas decidieron entonces que el plebiscito coincidiera con el 700 aniversario de la Batalla de Bannockburn, cuando las fuerzas escocesas lideradas por Robert the Bruce –Wallace ya había sido bárbaramente torturado hasta la muerte en un tenebroso espectáculo público– derrotaron a los invasores ingleses. En pueblos tan tradicionales como los de esta isla, el dato es otra señal para arrastrar voluntades tras de un símbolo del orgullo nacional.
Cameron había llegado al gobierno mediante una alianza de los conservadores con los demócratas liberales de Nick Clegg para derrotar al laborismo, desgastado tras la gestión de Brown. Ahora, esos mismos personajes se agarran la cabeza tratando de "salvar la Unión". Es así que el ex líder laborista se apersonó a prometer a sus connacionales que Londres está dispuesto a brindar más libertades para que los escoceses sigan "perteneciendo", la opción descartada dos años atrás. Y a abrir la mano para mantener lo que queda del "Estado de bienestar".
 http://www.infonews.com/2014/09/12/mundo-161928-las-claves-del-conflicto-en-escocia.php

No hay comentarios:

Publicar un comentario