lunes, 13 de enero de 2014

El Dakar que se convirtió en un infierno

Llueve en Salta, quizás como un bálsamo después del calor extremo que azotó al Dakar durante la primera mitad. El día de descanso quedó pasado por agua en el norte argentino y los cientos de miles de personas que esperaban poder disfrutar del colorido del campamento se quedaron con las ganas o debieron soportar la lluvia. Por suerte bajó el promedio de temperatura y sirvió para cargar energías para una segunda etapa por el desierto chileno que promete ser tan o más dura que la primera. El Dakar se despidió de Salta y emprendió su viaje a Calama. Mientras las motos y los cuatris disfrutaron del debut del raid en Bolivia, autos y camiones partieron y llegaron al mismo punto donde hizo base la competencia los últimos tres días. 
El español Enric Marti Flix corría desnudo por el desierto hasta que fue rescatado.
El español Enric Marti Flix corría desnudo por el desierto hasta que fue rescatado.
Sin embargo, el parque de máquinas ya no es el mismo: las promesas de un Dakar durísimo dejaron huellas y eso se nota en el orden de largada de cada etapa. De los 431 vehículos que partieron el 5 de enero en Rosario, quedan menos de la mitad. Varios tramos fueron filtros y la quinta jornada de carrera, entre Chilecito y Tucumán se convirtió en un verdadero infierno. Pilotos deshidratados, accidentes y abandonos al por mayor. “Es el Dakar más difícil que me tocó correr”, reconoció el experimentado Francisco Chaleco López, quien ya no está en carrera por una caída que rompió su moto. “Me deshidraté. Nos metieron en el mismísimo infierno. De casualidad pude pedirle agua a una ambulancia", relató el cordobés Pablo Pascual que no pudo sortear esa temida quinta etapa y dijo adiós.
Los casos se multiplicaron: pilotos alucinando, corriendo desnudos en pleno desierto y completamente sobrepasados por la dureza del rally más duro del mundo. Autos y motos incendiados por las agobiantes temperaturas. En definitiva lo que vienen a buscar, llevar la adrenalina y el peligro hasta el límite. Aunque a veces sea demasiado.

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