La trata de personas con fines de explotación sexual sigue dando titulares cada semana en los kioscos argentinos y, ante el interés de la opinión pública, se ha situado en el centro de la agenda política, como demostraron los recientes proyectos de ley presentados en el Congreso argentino. Ahora se ha dado un paso más: la inclusión de la trata de blancas, junto a la violencia machista y la identidad de género, como parte de los contenidos que se integrarán en los nuevos cuadernillos de Educación Sexual destinados a las escuelas de secundaria de todo el país.
No es para menos. Autoridades y expertos llevan tiempo advirtiendo de la dimensión que están tomando las redes de trata de personas en Argentina y otros países del Cono Sur, lugares de origen, captación, destino y tránsito de las víctimas de la explotación sexual. La Fundación La Alameda, una ONG centrada en el combate al trabajo esclavo, estima que en el país austral se contabilizan unas 60.000 mujeres víctimas de la explotación sexual.
La mayoría de ellas son paraguayas o bien originarias de las provincias del norte y el noroeste argentino, provienen de zonas socialmente vulnerables y se las capta fácilmente mediante engaños, si no de la actividad que ejercerán, al menos sí de las condiciones de trabajo. Otras veces se capta a estas mujeres por la fuerza, mediante el secuestro: elcaso de Marita Verón, muy ruidoso mediáticamente, tuvo un importante papel en la concienciación de la opinión pública argentina sobre las dimensiones que había tomado la lacra de la trata de blancas en Argentina.