domingo, 30 de septiembre de 2012

Tan eterna como el agua y el aire






Popular y exquisita, emotiva y sofisticada, transparente y compleja, sencilla y elaboradísima. Calculada y, sin embargo, enteramente viva. Inmune al paso del tiempo –como el reestreno del jueves 11 de octubre va a demostrar, a 70 años de su estreno– Casablanca es todo un paradigma de los logros del modo de representación que el sistema cinematográfico llamado Hollywood encarnó, desde fines del período mudo hasta fines de los años '50. Modo de representación que dio lugar a películas que no por masivas prohibían la inteligencia, la sensibilidad, el refinamiento estético e intelectual. Todo lo que hoy en día constituye uno de esos milagros que la cartelera depara muy raramente y que en aquellos tiempos tal vez no fuera cosa de todos los días, pero sí de todos los meses. Una de las razones de esa grandeza, de la cual Casablanca es ejemplo cabal, es el carácter de "suma de talentos" que el sistema de estudios supo asumir.
Si a Hollywood se la llamó "la Meca del cine", es porque efectivamente lo fue. Si se toma el sistema capitalista como un todo, se llegará a la conclusión de que los estudios cinematográficos tal vez hayan sido la única fábrica de productos en serie en la que el talento del empleado –actores, guionistas, directores, técnicos– no constituía un valor desechable. Por más que se los tratara como a ganado, desde ya. Entre otras cosas, los estudios supieron funcionar como una suerte de aspiradora gigante para todos los exilados que en las primeras décadas del siglo XX se vieron obligados a abandonar sus países del centro y este de Europa. Algunos buscando mejoras económicas, casi todos huyendo del nazismo. Esos exilados portaban un valor del que los Estados Unidos, nación joven y aluvional, carecían: 1000 años de cultura y savoir faire. Uno de los resultados de esa mélange profesional, étnica y cultural fueron películas como Casablanca.
http://www.infonews.com/2012/09/30/espectaculos-40792-tan-eterna-como-el-agua-y-el-aire.php

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