Con el nuevo memorando de préstamo ratificado por el Parlamento, la crisis financiera en Grecia parece limitarse a la reestructuración de la deuda y al cobro del empréstito, sin embargo, esos cálculos silencian profundos dramas sociales. Los recortes presupuestarios están hipotecando el futuro de las nuevas generaciones griegas, pues tendrán que sortear peligrosos obstáculos, desde su nacimiento hasta el momento de entrar en el mercado de trabajo, pasando por su etapa escolar.
La drástica reducción del 40% en la financiación de los hospitales está provocando el rápido deterioro de todo el servicio de sanidad pública, y especialmente grave es la situación del Instituto de Salud Infantil, responsable de las prestaciones sanitarias a los menores. En 2011, este organismo vio reducido en un 55% la aportación de fondos estatales, lo que llevó a la cancelación de numerosos programas de atención infantil y el incremento de su deuda hacia los proveedores, pero recientemente el gobierno anunció la posibilidad de cerrarlo. Ante la falta de presupuesto se suspendió el plan de revisiones a los recién nacidos, un conjunto de exámenes para detectar hasta 40 trastornos graves que afectan al desarrollo así como desórdenes congénitos o metabólicos, algunos de los cuales sólo pueden ser tratados si se detectan a tiempo.
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