Nicaragua aferrada al pasado

Cuando 3,4 millones de nicaragüenses mayores de 16 años acudan el domingo a las urnas, solo podrán elegir entre opciones ancladas al pasado. Las encuestas predicen un holgado triunfo de Daniel Ortega, con un 48% de los votos, frente al 30% que obtendría el octogenario radiodifusor Fabio Gadea Mantilla, quien primero compartió con Ortega la revolución sandinista contra la dinastía Somoza en los años setenta; luego, lideró la contrarrevolución financiada por los Estados Unidos, y ahora, encabeza una coalición opositora que incluye a sandinistas disidentes. Completa el panorama electoral el expresidente Arnoldo Alemán, de quien se dice que pactó con Ortega para liberarse de un juicio por corrupción y que, a pesar de estar en la oposición, quitaría un 11% de los votos sobre todo a su consuegro Gadea.

De esta manera, las elecciones reflejan las taras que afectan aún a Nicaragua, después de 17 años de gobiernos conservadores y a pesar de una revolución que, con algunos éxitos en la reforma agraria y la alfabetización, no ha dejado nada más perdurable que la presencia de Ortega, quien estuvo en el poder desde 1980 hasta 1990 y volvió a la Presidencia en 2007. Ahora, solamente gracias a su influencia en los Tribunales, ha podido esquivar la prohibición constitucional de presentarse a la reelección. La oposición, quien todavía confía en alrededor del 10% de votantes que ocultaría sus verdaderas preferencias, teme irregularidades en los comicios.
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