sábado, 26 de noviembre de 2011

El Partido islámico moderado logró el histórico triunfo en Marruecos

El Partido Justicia y Desarrollo se convirtió en la primera fuerza parlamentaria de Marruecos y la primera también de orientación islámica, aunque moderada, que tendrá bajo su responsabilidad formar gobierno.
Escrutados 288 distritos electorales, más de las dos terceras partes, el PJD se alzó con al menos 80 bancas y ahora deberá negociar con otras fuerzas políticas para gobernar ya que la mayoría en el Parlamento es de 198 escaños.

Abdetilah Benkiran es quien contaría con más posibilidades de ser nombrado en la jefatura de Gobierno. Se estima que mañana se conocerán los resultados finales definitivos.

De este modo y tal cual coincidían todos los analistas políticos, Marruecos continúa la senda de la "primavera árabe" e impone un gobierno islamista, aunque con una notable diferencia respecto a Túnez y, mucho más aún, con Libia y Egipto.

Es que el PJD, como se encargó de aclarar durante toda su campaña electoral, no piensa impulsar cambios en el modo de vida de los marroquíes y mucho menos regirse por leyes estrictas como la Sharia (ley islámica), ya que además la Constitución recientemente reformada se lo impediría.

El anuncio del triunfo fue hecho por el ministro del Interior, Taib Cherkaoui, quien informó también que el Istiqlal (nacionalista) del saliente premier Abbas el Fassi, fue la segunda fuerza más votada y obtuvo 45 bancas.

Detrás se ubicaron la Reunión Nacional de los Independientes (RNI) con 38; el Partido de la Autenticidad y la Modernidad (PAM) 33; la Unión Socialista de Fuerzas Populares 29, el Movimiento Popular 22; la Unión Constitucional 15; y el Partido del Progreso y el Socialismo 11.

De este modo y si bien será quien nombre al jefe de Gobierno porque así lo marca la nueva Constitución -hasta ahora al premier lo nombraba el rey-, el PJD deberá comenzar a tejer una compleja red de negociaciones para poder formar la coalición de gobierno.

Así lo aclaró también Benkiran, quien no dudó en sostener ante los periodistas que están "listos para iniciar conversaciones con los partidos".

Sin embargo, el titular del Consejo Nacional del PJD, Saaededín al Otmani, advirtió que su fuerza no iniciará conversaciones con el PAM, al que acusó de ser una creación del propio poder para restarle posibilidades a ellos.

Por su parte, Abdallah Bakkali, uno de los dirigentes más importantes del Istiqlal, afirmó tras conocerse los resultados que su partido "estaría ahora dispuesto" a negociar un gobierno con el PJD.

"Ambos compartimos valores y principios", justificó al argumentar su decisión.

El triunfo del PJD, además del carácter histórico que tiene, es una señal positiva para el gobierno actual porque despeja las dudas que se instalaron durante la campaña en el sentido de que el "sistema" no permitiría el triunfo islamista.

Asimismo, ratifica que el proceso electoral fue transparente tal como sostuvieron los casi 4.000 observadores nacionales e internacionales que lo siguieron de cerca.

Cuando estallaron las revueltas en Túnez -país vecino y parte también de la región norafricana del Magreb- y Egipto, en Marruecos se generó un movimiento juvenil que adoptó el nombre de 20 de Febrero, como símbolo de la fecha en que comenzaron las movilizaciones.

A diferencia de los mencionados países, en donde a las revueltas se las intentó silenciar con represión, la monarquía alauí tomó nota de las experiencias vecinas y generó un espacio de diálogo tendiente a producir las modificaciones -al menos varias de ellas- que se habían comenzado a reclamar.

Desde que recuperó su independencia, en 1956, primero el rey Hassan II y luego su hijo y sucesor en el trono, el actual monarca Mohamed VI, apuntaron a la construcción de un estado moderno, entendido, claro está, no desde la óptica occidental sino islámica.

Las últimas reformas constitucionales fueron aprobadas en un referendo celebrado el 1 de julio. A través de las mismas, el rey cedió parte de sus atribuciones, se cambió el sistema político -no habrá más primer ministro sino jefe de Gobierno-, se profundizó la descentralización de los gobiernos regionales y se reconocieron más derechos a las mujeres, entre otras cuestiones.

Con estas reformas, el modelo marroquí se acerca más al de una monarquía constitucional como se conoce en Europa, aunque sigue teniendo características que le son propias. La más importante es que el rey, en muchos aspectos, es también el gobernante.

Estos cambios, muy profundos algunos de ellos para sociedades que en lo cultural siguen teniendo vestigios conservadores, fueron acordados con todos los partidos políticos y principales representaciones sociales, lo que terminó dejando en el recuerdo testimonial a las protestas del Movimiento 20 de Febrero.
http://www.telam.com.ar/nota/8531/

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