El mayor banco austríaco, Erste Group, pronosticó para este año pérdidas de hasta 800 millones de euros por la crisis de deuda en la eurozona y dificultades con sus filiales en Hungría y Rumanía.
Hasta ahora, la entidad esperaba una ganancia de unos 700 millones de euros hasta fines de septiembre. A raíz de las nuevas previsiones, se postergará la devolución de ayudas estatales gracias a las cuales la entidad pudo sobrevivir a la crisis financiera.
Las malas noticias suman incertidumbre a la situación de los bancos europeos, que volvieron al foco de atención de la crisis debido a las inquietudes sobre su solidez.
El domingo, las autoridades de Francia y Bélgica acordaron un paquete de rescate para el banco Dexia, que la semana pasada enfrentó una corrida. El directorio de Dexia aceptó la nacionalización de su banca minorista belga y aseguró 90.000 millones de euros en garantías estatales.
El primer ministro británico David Cameron instó el lunes a sus pares de la eurozona a usar munición de alto calibre para enfrentar la crisis.
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