martes, 7 de septiembre de 2010

La brutalidad de la conquista sigue en el Chagas y el desmonte

La historia de los pueblos indígenas es muy larga. Se viene desarrollando hace mucho más de los doscientos años del Bicentenario celebrado este año. No obstante, con la conquista española y, luego, con la conformación del Estado-Nación dicha historia fue alterada violentamente. En relación con la conquista española, dado que se trataba de un territorio de una superficie inmensa, que los intereses de la Corona española variaban según la región y que los pueblos nativos poseían características particulares (no era lo mismo enfrentar pueblos con organización política centralizada que grupos cazadoresrecolectores de las selvas), la conquista tuvo matices diferentes. Sin embargo, se puede abstraer una característica común: la brutalidad del conquistador, de los supuestos civilizados.


A modo de ejemplo, cabe recordar las palabras de Ulrico Schmidl, conquistador alemán que se embarcó junto a Pedro de Mendoza en 1534 y permaneció en estas tierras durante veinte años: “Antes de haber pasado tres horas, ya habíamos destruido y ganado las tres palizadas y entramos en el pueblo y matamos mucha gente, hombres, mujeres y niños.” , “(...) estuvimos guerreando continuamente durante todo el viaje y en el camino ganamos como doce mil esclavos, entre hombre, mujeres y niños; por mi parte conseguí unos cincuenta, entre hombres, mujeres y niños”.

Si bien al comienzo del proceso de construcción del Estado-Nación tuvo manifestaciones de reconocimiento hacia los pueblos indígenas, en la medida en que el siglo XIX avanzó, las frases que se impusieron fueron: “civilización o barbarie”, “solución final al problema del indígena”, “conquista del desierto”.

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