domingo, 14 de febrero de 2016

Detroit: la ciudad abandonada que pelea por renacer


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Lo primero que se siente al llegar en enero a Detroit es frío. Un frío descomunal, de esos que calan los huesos, que corta la cara, que golpea por contraste con el clima atemporal del aeropuerto. Las temperaturas son de hasta 15 grados bajo cero y contra eso no hay escapatoria. Lo segundo, quizás exagerado por estas cuestiones meteorológicas, es que en la ciudad más grande del estado de Michigan y capital del condado de Wayne se asiste a un espectáculo de luces y sombras. De más sombras que luces. En verdad, hay huellas del viejo esplendor por debajo de la actual -y visible- decadencia, en una línea histórica marcada por los vaivenes y las decisiones de la industria automotriz, eje de la economía local.


Detroit es la cuna de los tres grandes fabricantes norteamericanos de coches: Ford, General Motors y Chrysler. Por eso, para esta época del año se rinde homenaje al sector con el Salón del Automóvil más importante de Estados Unidos. La orgullosamente obrera Motor City tuvo su época de gloria. Allá por los cincuenta, su población llegó a los dos millones de habitantes y fue una de las cinco ciudades más importantes del país. Hoy la situación es otra: su población no paro de caer hasta los 700 mil habitantes y tiene los peores índices en materia de desocupación, pobreza, criminalidad y analfabetismo. La estructura de la ciudad está pensada para aquellos dos millones. Por eso, los que migraron dejaron sus casas vacías... y las escuelas, y las iglesias. En ciertos barrios, Detroit es un pueblo fantasma. Para el visitante, una forma de espiar debajo de la alfombra del gran sueño americano.

Pero, en medio del declive, que incluyó una bancarrota en 2013 con la mayor cesación de pagos de una ciudad estadounidense (u$s 20 mil millones), Detroit parece empezar a revivir. Tibiamente, y aunque las ambiciones son más modestas que recuperar la vieja grandeza, se palpan mejoras respecto a los años anteriores.

La caída

"Los cambios en las políticas comerciales permitieron a los competidores extranjeros hacerse un hueco en la industria automotriz estadounidense. Los fabricantes locales fueron perezosos, perdieron cuota de mercado y beneficios. Eso llevó a la pérdida de empleos. La ciudad de Detroit fue la más afectada y su población siguió disminuyendo, mientras que la delincuencia aumentó rápidamente. Decenas de miles de casas, departamentos, tiendas, escuelas, fábricas, iglesias e instituciones abandonadas son la evidencia más visible. El distrito comercial del centro de rascacielos quedó vacío. La mitad de los ciudadanos viven en la pobreza. Por el contrario, hubo un crecimiento en los suburbios circundantes que abarca desde la clase media acomodada hasta ricos", dijo a ámbito.com Lowell Boileau, reconocido artista y conferencista local, creador además de uno de los sitios web más importantes de la ciudad, DetroitYes.com.

El proceso lo contó ya en 1989 un nacido en Michigan, el documentalista Michael Moore en el film "Roger & Me", donde persigue al CEO de General Motors para que le explique por qué dejó sin trabajo a 30 mil personas de Flint, su ciudad natal, por la relocalización de once fábricas en México. Esto derivó en la expulsión de habitantes de sus viviendas por no pagar los impuestos, quienes se sumaron a los que partieron en busca de una salida laboral. Un éxodo masivo donde, según investigó Moore, la población de ratas llegó a superar a la de personas. El mismo presidente Ronald Reagan llegó hasta "la peor localidad del país" para ofrecer empleo en el sur, en Texas o la Florida.

Kevin Bauman es fotógrafo: "Empecé a retratar el abandono en Detroit a mediados de los años 90 como una salida creativa, y como una forma de satisfacer mi curiosidad con el estado de mi ciudad natal". Su proyecto "100 casas abandonadas" es una de las expresiones artísticas que fueron surgiendo sobre la caída de una urbe donde funciona menos de la mitad del alumbrado público. Su obra, de estilo documentalista, abarca apenas una parte de las ochenta mil casas abandonadas, que ocupan alrededor de 70 kilómetros cuadrados. En diálogo con este medio, Bauman aseguró: "La ciudad, en su conjunto, sigue luchando con altas tasas de desempleo, de pobreza, de delincuencia, y con un descenso de la población. En algunas zonas, las casas vacías son derribadas, mientras que en otras áreas se mantienen entre las casas habitadas. Hay áreas en las que ha comenzado la agricultura urbana, y otras están siendo reconstruidas con nuevas viviendas". Y agregó: "A la ciudad le gustaría tirarlas abajo o venderlas, pero no hay suficiente dinero o suficientes compradores, por lo que muchas de las casas abandonadas quedarán en ese estado". El mayor problema es que las propiedades son despojadas de cualquier objeto de mínimo valor, y finalmente son incendiadas por pirómanos. Las llamas y las autobombas se convirtieron en una imagen naturalizada en este rincón del mundo, en especial en décadas anteriores. En algunos casos, el fuego arrasaba a pedido de los propietarios, a la espera de cobrar un seguro y marcharse, por fin.

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