Nota del editor: Laurence Bergreen escribió los libros: Columbus: The Four Voyages y Over the Edge of the World: Magellan's Terrifying Circumnavigation of the Globe, entre otros.
(CNN) — "Las afirmaciones extraordinarias requieren pruebas extraordinarias", dijo alguna vez el astrónomo Carl Sagan. En el caso de la afirmación extraordinaria del posible descubrimiento de los restos de la Santa María, el barco insignia de la flota de Colón, está claro que no es el caso. De hecho, parece que siempre nos alejamos de las pruebas.
Al posible descubrimiento del naufragio, que ocurrió en el primero de los cuatro viajes que Colón hizo a las Américas, siguieron las dificultades de determinar la autenticidad de los artefactos cuya existencia se conoce pero que son difíciles de localizar actualmente.
El descubridor, el explorador submarino Barry Clifford, dice que tiene varias razones para creer que encontró el barco correcto en el mar Caribe. Colón dio detalles de la ubicación del naufragio en su diario: ocurrió cerca de Haití en la Navidad de 1492. Clifford afirma que esa descripción coincide con el sitio en el que se encuentran los restos.
Como autor del libro Columbus: The Four Voyages (Los cuatro viajes de Colón), en el que estudio la carrera del explorador, me sentí naturalmente atraído por este notable hallazgo… si es que eso es lo que es. Ya sea que lo amen o lo odien, Colón hizo la diferencia. Nadie duda que él haya dirigido algunos de los viajes de descubrimiento más importantes y es por eso que el destino de la Santa María importa actualmente.
La historia de este naufragio es famosa y el mismo Colón la documentó. La víspera de Navidad de 1492, la tripulación de los tres barcos celebraba, bebía y ansiaba hacer un viaje rápido de vuelta a España (el viaje de regreso tomó solo 33 días, prueba de que Colón era un genio de la navegación). Colón escribió que en este momento se tomó una siesta.
Mientras la flota cruzaba la costa norte de lo que hoy es Haití, el capitán del barco cedió el timón a un chico de 14 años y al poco tiempo, la Santa María chocó contra un arrecife y empezó a romperse. Colón se las arregló para rescatar a todos —de hecho nunca perdió a nadie en el mar en sus ocho travesías transatlánticas— y recuperar los objetos de valor del barco antes de que quedara bajo cinco u ocho metros de agua. Este es un resumen de lo que sabemos y para considerar la autenticidad del naufragio tendrán que tomarse en cuenta estos factores.
Para empezar, Colón describió en su bitácora que el mástil principal del barco se rompió y la nave "yacía sobre su costado… La cubierta se abrió". Cualquier descubrimiento debería coincidir con esta descripción, pero hasta ahora no ha surgido información al respecto.
Luego, tenemos que tomar en cuenta la erosión —mareas y huracanes— que ha cambiado la costa y el arrecife a lo largo de medio milenio. Es totalmente posible, de hecho es probable, que los arrecifes con los que se topó la Santa María se hayan movido considerablemente a lo largo de los años, lo que habría alterado o movido los restos.
Luego, tenemos las pruebas que el mismo Colón anotó: su mapa del punto de la costa en donde el barco supuestamente se hundió. Esto representa la percepción que él tuvo hace 500 años. Además, lo más frustrante de todo, es que Colón falseaba sus registros de navegación ocasionalmente. ¿Por qué? Para evitar que otros sacaran ventaja de sus descubrimientos.
Finalmente, es improbable que alguna de las partes de madera del barco haya sobrevivido después de todos estos años. Otros barcos han surcado esas aguas y tal vez hayan chocado con los arrecifes. ¿Cómo distinguir un naufragio antiguo de otro?
Todos estos factores dificultan encontrar a la Santa María. ¿Qué puede hacer un buscador de naufragios para fundar sus afirmaciones? Clifford señaló que hay un lastre en forma de rocas que sirven como prueba para identificar a la Santa María. Sin embargo, los barcos de esas épocas probablemente no llevaban lastre para estabilizarlos: los cargamentos pesados, como los barriles de vino, cumplían el mismo propósito.
Además tenemos la intrigante "prueba irrefutable", como Clifford la llama: el cañón lombardo de la Santa María. Justo antes de su presentación en el Club de Exploradores de Nueva York, en 2006, Clifford descubrió que estos artículos no estaban en el lugar, "los saquearon", explicó. Eso es frustrante, especialmente porque en 2003 sabía del naufragio y de los lombardos —si es que eran eso— y trataba de vender una visita al sitio en una subasta del Club de Exploradores. Sin embargo, los supuestos lombardos desaparecieron. No quedó mucho para seguir adelante.
La exploración consiste en encontrar algo desconocido, lo que a menudo implica revolver las cosas, demostrar su falsedad en vez de confirmar para obtener un dato nuevo. Parece que desde 2006 se ha hecho poco para asegurar o explorar el sitio y, en vista de su importancia potencial, me pregunto por qué.
Dada su importancia histórica potencial, esperemos que este naufragio reciba finalmente la atención cuidadosa y responsable que merece.
Las opiniones recogidas en este texto pertenecen exclusivamente a Laurence Bergreen
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