Las sirenas suenan, los helicópteros surcan los cielos de Tegucigalpa y el ambiente se impregna nuevamente de gas. El régimen golpista nunca ha cesado la represión aunque ha intentado disfrazarla para ser reconocido. Sin embargo, en las últimas semanas se ha desatado un nuevo y desmesurado episodio de salvajismo. El pueblo hondureño, junto a las maestras y maestros, ha salido a las calles nuevamente a defender no solo la democracia sino la educación pública, laica y gratuita para las y los hondureños.
Esto ha desatado la furia de los gorilas y los Lobos que reprimen cada día con más saña y violencia. No sé muy bien cómo describirles lo que vivimos día a día… las palabras no me alcanzan, no me salen, no fluyen entre los dedos.
¿Cómo se explica el dolor de ver el centro de tu ciudad en llamas? O ¿la impotencia al ver caer compañeras y compañeros ahogadas por los gases y el “agua” de color rojo que nos tiran? O ¿El dialogo corporal cuando se cierran todas las vías respiratorias mientras en la cabeza se pasea la certeza de que te morís en ese momento? O ¿la impotencia de estar escondida sabiendo que afuera están golpeando, apresando, hiriendo, insultando y hasta matándonos? O ¿la sorpresa de ver a un pueblo ser atacado cuando se encuentra con las manos en alto como muestra de que protesta pacíficamente? O ¿la indignación de ver los militares y policías al acecho en las salas de espera de los hospitales?... ¿Cómo se enfrenta tanta violencia que lo único que genera es más violencia? ¿Cómo se lloran estas lágrimas que no limpian el aire, el corazón ni la vida?... ¿Cómo les cuento? ¿Cómo explico este dolor que aprisiona mi pecho a cada instante?
Todos los días hay represión, todos los días usan gases, líquidos químicos, toletes, balas de madera y de goma y cada día, nuestros cuerpos son el blanco de los ataques. Atacan las sedes magisteriales, las universidades, los centros comerciales, las escuelas y colegios, las personas que caminan por la calle, las casas de las vecinas y vecinos que dan albergue a las personas que huyen por sus vidas, atacan todo lo que se mueve y todavía se burlan cuando te ven ahogada o golpeada, sobre todo si sos mujer o joven.
Pero no solo los militares y policías nos atacan, también nos atacan los monopolios mediáticos, como CNN y los medios precursores del golpe, invisibilizando nuestra lucha y diciendo que en este país no pasa nada; mientras somos nombrados como uno de los países mas peligrosos para las y los periodistas y cada vez entendemos mucho más porqué reprimen descarada y desproporcionadamente cuando se intenta informar; como en el caso de Lidieth Diaz de canal 36. También nos ataca el Lobo seguidor del golpe diciendo con aires de dictador: calle tomada, calle desalojada, mientras ellos tienen tomados los edificios del INPREMA y toman las calles para acechar a las y los manifestantes.
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