lunes, 28 de mayo de 2012

La Santa Sede en su peor momento


El ya de por sí hermético mundo del Vaticano se encerró ayer aun más en un silencio sepulcral, ante la imposibilidad de tapiar la nueva brecha abierta el sábado con la detención de Paolo Gabriele, el mayordomo del Papa Benedicto XVI, y sacar a la superficie las luchas de poder, rencillas internas y una gran cuota de corrupción en la cúpula de la Iglesia. Los vaticanólogos sostienen que todos los esfuerzos por mostrarle a la comunidad financiera internacional que la Santa Sede dio vuelta una página para despojarse de la fama de ser un paraíso fiscal fueron en vano.
La investigación sobre el origen de la filtración de documentos secretos resultó en la detención del mayordomo papal, pero la causa sigue abierta con el objetivo de desenmascarar a todos los participantes de una trama que ha puesto al Vaticano en el más incómodo de los sitiales. La caída en desgracia de Gabriele, uno de los pocos miembros que integran el equipo personal del Papa, se dio justo cuando la Santa Sede quería mostrarle al mundo la seriedad de su compromiso de cumplir con las normas internacionales de transparencia financiera.

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