Fortalecido por su triunfo electoral, el premier Cameron avanza con la idea del referendo en 2017.
El primer ministro británico David Cameron confirmó que sigue adelante con sus planes de organizar un referéndum sobre la permanencia del Reino Unido en la Unión Europea. Cameron, de gira esta semana por varias capitales europeas para explicar los cambios que quiere en la UE para pedir el voto por la permanencia, se enfrenta a la desconfianza de sus socios, reticentes a abrir el melón de los tratados europeos. Los británicos, de cumplir Cameron su promesa, deberán pronunciarse en las urnas antes de finales de 2017.
Si el referéndum lo ganaran los partidarios de
salir de la UE, ¿quién ganaría?, ¿quién perdería? La propaganda por la
salida dice que se reduciría la inmigración, se ahorraría dinero y el
Reino Unido se aislaría de la economía europea. Los partidarios de
quedarse en la UE alegan que el país sufriría un duro choque económico
con la pérdida de millones de empleos y vería mermar su influencia en el
mundo.
Los analistas consultados creen que todo
dependería de qué acuerdos consiguiera firmar Londres con Bruselas y de
si mantendría un estatus similar al que tiene Noruega –fuera de la UE,
pero con acceso al mercado común y a muchos programas europeos– o si la
ruptura sería total. Las pérdidas económicas, para la mayoría de los
expertos, irían de una contracción de un 2,25 por ciento hasta casi un
9,5, dependiendo de las circunstancias de la salida y de esos acuerdos
posteriores.
El PBI europeo pasaría de 18,5 billones de dólares a 15,6 billones. El estadounidense es de 17,4 billones. El presupuesto europeo perdería un 11 por ciento, de 141.000 millones de euros anuales a 125.000 millones. La Unión Europea pasaría de 507 millones de habitantes a 443 millones.
El Reino Unido podría perder su acceso sin
aranceles al mercado europeo y la City londinense dejaría de ser la
primera plaza financiera mundial porque la Eurozona tendría todos los
alicientes para promocionar la plaza de Fráncfort. Varias grandes
empresas europeas, como Airbus o Deutsche Bank, ya han anunciado que
pensarían si seguir en el Reino Unido.
Tim Oliver, profesor en el Center for Transatlantic Relations de la Johns Hopkins University, considera que “las
consecuencias irían mucho más allá de la economía, serían muy políticas
sobre cómo cambiaría el Reino Unido internamente –algunas áreas,
como Londres o Escocia podrían votar no a la salida– y cómo afectaría a
las relaciones políticas con el resto de Europa y con aliados como
Estados Unidos”.
Este analista estima que también afectaría a
la UE, “pues cambiaría profundamente, y merece la pena destacar que esos
cambios podrían ser contrarios a los intereses del Reino Unido, por
ejemplo haciendo a Europa menos atlantista, menos liberal, hostil a las
posiciones que defiende el Reino Unido”.
Iain Begg, de la London School of Economics,
cree que no se sabría quién sería ganador o perdedor “hasta que no se
sepa cómo sería la salida. Si el Reino Unido terminara con una relación
similar a la de Noruega con la UE, habría cambios pequeños para algunos
sectores y tal vez cierta pérdida de influencia británica en el comercio
y las relaciones exteriores europeas”.
Begg explica que “si se da una salida
más hostil, los principales exportadores británicos serían afectados
negativamente y la City de Londres podría perder su acceso a los
mercados financieros de la Eurozona”.
Su compañero de la London School of Economics
Thomas Sampson considera que “los grandes perdedores serían las empresas
que dependen de su acceso al mercado europeo o que emplean a muchos
inmigrantes europeos.
El Reino Unido sería también un destino menos
atractivo para la inversión extranjera directa, menos empresas elegirían
producir aquí y habría menos oportunidades de empleo”.
¿Y quién ganaría? “No encuentro ningún ganador claro de una salida británica de la UE”, dice Sampson.
Estos analistas creen que para Europa todo
dependería de su futuro desempeño económico. Si consigue superar
definitivamente la crisis, profundiza el mercado interno y amplía su
comercio exterior, el coste de la salida británica no será muy alto.
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